Autor: Lorrie A. Shepard
El presente resumen se desarrolla a partir de la sección sobre la evaluación formativa, la cual, parte de la idea del uso de la evaluación como parte del proceso de aprendizaje, se comenzará con la definición de evaluación, la cual, “es llevada a cabo durante el proceso de enseñanza con el fin de mejorar la enseñanza o el aprendizaje” (Shepard, 2006, p, 16).
La autora hace mención que la evaluación formativa puede implicar métodos informales, tales como la observación, las preguntas orales, o el uso formativo de medidas más formales como exámenes tradicionales, portafolios y evaluaciones del desempeño.
Evaluación formativa.
Para que los docentes sean eficaces en reforzar el aprendizaje de los estudiantes, deben comprobar constantemente la comprensión que éstos vayan logrando. Es decir, los docentes tienen que dar a conocer la importancia de que los mismos alumnos asuman la responsabilidad de reflexionar y supervisar su propio progreso en el aprendizaje.
Shepard (2006) indica que las prácticas ideales de evaluación, se basan en investigaciones que se encuentran más relacionadas con las prácticas de maestros competentes y expertos, pero que no necesariamente reflejan prácticas de evaluación típicas, ya que, como es sabido, la mayoría de los maestros en servicio tiene un conocimiento limitado de estrategias de evaluación formativa, imperando la concepción de la evaluación como un proceso que sirve principalmente para calificar.
Teoría del aprendizaje, y coherencia en el diseño de la evaluación
Una premisa central que sustenta las recomendaciones de Knowing What Students Know es que las observaciones e interpretaciones de la evaluación deben estar relacionadas con un modelo cognitivo de cómo aprende el estudiante en cierto campo. En este sentido, un modelo de aprendizaje sirve “como un elemento unificador, un núcleo que da cohesión al currículo, la enseñanza y la evaluación” (Pellegrino, 2001, p. 54 en Shepard, 2006, p, 17).
La autora utiliza el concepto de coherencia en el desarrollo del texto, para hablar acerca de cómo puede hacerse para que la evaluación formativa y la sumativa dentro del aula se respalden mutuamente.
Quizá las nuevas concepciones del aprendizaje han transformado la comprensión de cómo ocurre el aprendizaje, e incluso han alterado las concepciones de qué es el aprendizaje, qué significa ser competente en un campo y acerca del cómo buscaríamos evidencia de esa competencia.
De acuerdo con Shepard (2006) los cognitivistas hacen hincapié en la comprensión conceptual y han demostrado que la transferencia (uso del conocimiento en situaciones nuevas) se hace
posible por la aprehensión de principios generalizados y el uso de esquemas gracias a los cuales se reconocen las similitudes en los distintos tipos de problemas.
En el modelo sociocultural del aprendizaje, se plantea que un individuo aprende a pensar y a razonar gracias a una gran diversidad de apoyos proporcionados por adultos y pares más conocedores e informados. Por lo cual, de acuerdo a Vygotsky se “usa la investigación sociocultural para entender los procesos sociales que respaldan y definen el aprendizaje, y a la teoría cognitiva, con el fin de entender los procesos mentales subsecuentes y recurrentes del individuo” (Shepard, 2006, p.18).
Un modelo de la evaluación formativa
Se retoma a Sadler (1989 en Shepard, 2006) quien aportó el modelo más aceptado de la evaluación formativa, este autor indicó que es insuficiente que los maestros den una retroalimentación respecto de si las respuestas son correctas o incorrectas.
Dicho modelo de evaluación formativa fue explicado ampliamente por los autores Atkin, Black, y Coffey (2001) sobre evaluación en ciencias en el aula. Estos autores construyen el proceso de evaluación del aprendizaje con estas preguntas clave: ¿Adónde tratas de ir? , ¿Dónde estás ahora?, ¿Cómo puedes llegar ahí?.
Se considera en el artículo que la fase de evaluación debe ocurrir durante el proceso de aprendizaje, mientras el estudiante trabaja en tareas que ejemplifican directamente el objetivo del aprendizaje que se propone alcanzar. Esta evaluación, que se hace en medio del aprendizaje, podría ocurrir por medio de preguntas al estudiante durante el trabajo grupal, cuando un estudiante explica a la clase cómo resolvió un problema, o al examinar un trabajo escrito.
El modelo formativo completo, comprende el esclarecimiento del objetivo y la identificación de los medios para llegar ahí, puede verse como un sinónimo del andamiaje de la enseñanza. Volviendo a Sadler (1989 en Shepard, 2006), plantea que en la evaluación formativa se requiere que los maestros y los estudiantes tengan una comprensión y una apropiación compartida del objetivo de aprendizaje y que los estudiantes sean capaces de supervisar su propio mejoramiento, lo cual, corresponde al objetivo del andamiaje que está dirigido a fomentar que quien aprende interiorice este proceso y asuma su responsabilidad.
En la vida cotidiana los docentes casi nunca tienen tiempo para dar sesiones de tutoría individuales o de hacer evaluaciones dinámicas que les permitieran dedicarse a impartir una enseñanza con andamiaje a un estudiante durante un ciclo completo de aprendizaje.
La importancia del contenido: selección de las tareas de enseñanza y de evaluación que encarnan objetivos de aprendizaje
Con base a la autora la evaluación no puede impulsar el aprendizaje si se basa en tareas o preguntas que distraen la atención de los verdaderos objetivos de la enseñanza. Cabe resaltar, el siguiente comentario “históricamente, las pruebas tradicionales a menudo dirigían erradamente la
enseñanza cuando se centraban en lo que era más fácil de medir en vez de centrarse en lo que era importante aprender” ( Shepard, 2006, p.21)
Encontramos entonces, un nuevo término en el texto, el de alineación, el cual se ha utilizado para especificar la correspondencia deseada entre evaluaciones y estándares curriculares. Con base a la autora el significado de alineación se desvaloriza cuando los editores de pruebas muestran que todos su reactivos de selección múltiple pueden hacerse corresponder con las categorías de los estándares de contenido de un estado, aun cuando en conjunto sólo utilizan un estrecho subconjunto de los estándares deseados.
A diferencia de las opiniones de autores como Wiggins y McTighe (1998 en Shepard, 2006), quienes hacen hincapié en que la elaboración de evaluaciones que manifiesten objetivos de aprendizaje son esenciales para una buena enseñanza, más que para la medición de resultados.
Si bien es cierto, explicar un concepto exige mucho más que conocerlo. Conocer y explicar guardan una estrecha relación entre sí, y el razonamiento y pensamiento se requieren para producir una explicación, un esfuerzo mental que hace falta para desarrollar una comprensión flexible y profunda.
Progresiones del aprendizaje
En este apartado, la autora indica que existen pocas investigaciones para explicar las progresiones en el aprendizaje. Nos indica que las progresiones empíricamente validadas pueden hacer posible un andamiaje más comprensivo de la enseñanza, que las progresiones jamás deben interpretarse como algo cerrado o como una secuencia absoluta de requisitos.
A diferencia de los informes de evaluación (que se ven como una lista de verificación de objetivos de los diferentes grados) los mapas de progreso tienen implicaciones más directas para la enseñanza, porque “brindan simultáneamente una imagen de las fortalezas y debilidades y una manera de mirar hacia lo que viene para cada una de las facetas del campo de que se trate” (Shepard, 2006, p,22).
El conocimiento previo es esencial para el aprendizaje, el proceso del aprendizaje puede concebirse como lo que hacemos para conectar e integrar una nueva comprensión con el conocimiento existente. El conocimiento previo incluye el aprendizaje formal, la autora pone de ejemplo, un alumno de preescolar que aprende la norma de no cruzar la calle sin mirar hacia los dos lados, la cual, incluye una multitud de explicaciones implícitas, las cuales nos enseñamos a nosotros mismos, sobre cómo funciona el mundo.
Por otra parte, al usarse rutinas de activación del conocimiento al principio de nuevas lecciones y unidades de estudio, los docentes ayudan a los estudiantes a desarrollar el hábito de preguntarse (cuando se enfrentan a un nuevo aprendizaje o a una tarea en la que tengan que resolver un problema) de lo que ya sé, ¿qué puede ayudarme a resolver esto? Muchas actividades de
conocimiento previo. Con base a (Shepard, 2006) este tipo de conocimiento también incluye patrones de lenguaje y formas de pensar que los estudiantes desarrollan por medio de sus roles sociales y sus experiencias culturales.
Criterios explícitos y el uso de guías de calificación (rúbricas)
Shepard indica que el modelo de evaluación formativa requiere que el maestro y el estudiante tengan una comprensión compartida de los objetivos del aprendizaje. En la teoría cognitiva, las metas deben definirse explícitamente y ser visibles para los estudiantes. En la teoría sociocultural, una comprensión del objetivo se construye conjuntamente mientras el estudiante recibe ayuda para mejorar su desempeño.
Los estudiantes desarrollan la comprensión de las expectativas por medio de la retroalimentación y de las autoevaluaciones, gracias a las cuales los criterios se vinculan directamente a sus propios esfuerzos de aprendizaje, así se da paso al siguiente apartado.
Retroalimentación
Uno de los hallazgos más antiguos de la investigación psicológica (Thorndike, 1931 en Shepard, 2006) es que la retroalimentación facilita el aprendizaje. Este importante hallazgo proveniente de la literatura sobre la retroalimentación, el cual, es consistente con el argumento de la autora, encaminado a las guías de calificación [rubrics], las cuales permiten juzgar el desempeño en relación con criterios bien definidos (en vez de juzgar a un estudiante comparándolo con otros), y se armoniza con los descubrimientos de la literatura sobre motivaciones.
Para que la evaluación formativa sea de verdadera ayuda para el aprendizaje, “debe darse una retroalimentación que proporcione entendimiento acerca de cómo llenar una carencia” (Shepard, 2006, p.18).
El modelo de evaluación formativa, consistente con la literatura cognitiva, demuestra que la retroalimentación es especialmente eficaz cuando dirige su atención a cualidades particulares del trabajo del estudiante en relación con criterios establecidos y proporciona una guía sobre qué hacer para mejorar. Lo cual , de acuerdo con la autora, significa que la retroalimentación debe ocurrir durante el proceso de aprendizaje (no al final, cuando ya se terminó el aprendizaje de algún tema).
Elawar y Corno (1985 ) descubrieron que los maestros mejoraban extraordinariamente la eficacia de la retroalimentación cuando se concentraban en estas preguntas: “¿Cuál es el error principal? ¿Cuál es la razón probable de que el estudiante cometiera este error? ¿Cómo puedo guiar al estudiante para que evite el error en un futuro?” (p. 166 en Shepard, 2006, p.26).
Enseñar y evaluar para que haya transferencia
El concepto de transferencia hace refiere a la capacidad de utilizar “nuestro” conocimiento en contextos nuevos. La transferencia es una meta del aprendizaje. ¿De qué sirve el conocimiento si no podemos acceder a él o no podemos aplicarlo?, es el cuestionamiento que se hace la autora.
La transferencia se ve inhibida cuando los estudiantes aprenden de memoria y se someten a rutinas mecánicas para resolver problemas sin pensar. Es importante que los estudiantes aprendan a pensar específicamente sobre cómo pueden utilizar lo que ya saben. En este sentido, la autora refiere que enseñar para manejar estrategias de transferencia, tiene correspondencia con las técnicas de conocimiento previo.
Hacer que los estudiantes se ocupen en criticar su propio trabajo es útil tanto desde el punto de vista cognitivo como desde el motivacional. En esencia el hábito de auto-evaluarse lleva a la actividad del andamiaje de la enseñanza así como el objetivo del modelo de evaluación formativa de Sadler (1989), que se retomó anteriormente.
En términos más generales, este tipo de práctica asistida de metacognición (la práctica en la cual los estudiantes aprenden estrategias para supervisar su propio aprendizaje) ayuda a desarrollar las capacidades metacognitivas de los estudiantes, al mismo tiempo, “la auto-crítica puede incrementar la responsabilidad del estudiante ante su propio aprendizaje y hacer que la relación entre el maestro y él sea de más colaboración” (Shepard, 2006, p.27).
Shepard hace hincapié en que la finalidad de involucrar a los estudiantes en autoevaluaciones no es llegar a una calificación, sino que ellos obtengan una mayor comprensión, la cual puede utilizarse para nuevos aprendizajes.
Evaluación de la docencia
El modelo de evaluación formativa se centra en el aprendizaje del estudiante, un uso igualmente importante de la evaluación en el aula es la evaluación y el perfeccionamiento de la docencia. Es decir, a la par que los maestros reúnen evidencia acerca de la comprensión del estudiante, también toman en consideración cuáles prácticas docentes funcionan y cuáles no, y qué nuevas estrategias hacen falta.
El Assessment Standards for School Mathematics del NCTM (1995) identificó tres tipos de decisiones docentes, las cuales fueron informadas a través de datos de evaluación: las decisiones de momento a momento, la planeación a corto plazo y la planeación a largo plazo.
“si queremos desarrollar una comunidad de estudiosos —en la que los estudiantes busquen en forma natural retroalimentación y critiquen su propio trabajo— entonces es razonable que los maestros modelen el mismo compromiso de usar datos en forma sistemática, ya que esto se aplica a su propio papel en el proceso de enseñanza y aprendizaje”. (Shepard, 2000, p. 12 en 2006, p.29)
EVALUACIÓN SUMATIVA Y CALIFICACIÓN
Finalmente se resume el presente apartado, en el cual, se encuentra que, la evaluación sumativa y la calificación constituyen una seria amenaza para los objetivos de aprendizaje declarados por la evaluación formativa. De acuerdo con descubrimientos de la literatura motivacional y de estudios de maestros y estudiantes, las prácticas de las calificaciones pueden minar el proceso de aprendizaje de varias maneras (Shepard, 2006):
* Las pruebas y las tareas calificadas comunican lo que es importante aprender: Si estas mediciones divergen de las metas del aprendizaje que se valora, entonces los estudiantes concentran su atención y esfuerzo sólo en la porción calificada del currículo.
* El uso de calificaciones como premio o como castigo puede socavar la motivación intrínseca de aprender.
* A aquellos estudiantes para quienes los criterios de las calificaciones les parecen fuera de su alcance, éstas pueden reducir su esfuerzo y su ulterior aprendizaje.
* La naturaleza comparativa de las prácticas tradicionales de calificación puede reducir la buena voluntad de los estudiantes de ayudar a otros o de aprender de los demás.
Finalidades de las calificaciones apropiadas a la edad
De acuerdo con la autora, los libros de texto de medición y de psicología educativa dan por sentado que calificar es algo que los maestros deben hacer. Son pocas las razones que se ofrecen, excepto que las políticas escolares exigen que los maestros den calificaciones, quizá también porque los padres las desean.
Sin embargo, Shepard (2006) menciona que no ha habido estudios sistemáticos de los efectos de las prácticas de calificación sobre la realización y los logros del estudiante. Además, distingue tres públicos importantes para las calificaciones:
* Los padres.
* Los usuarios externos: empleadores y funcionarios de servicios de admisión a las universidades.
* Los estudiantes mismos.
Finalmente se enuncia que el nuevo modelo de evaluación formativa que presenta la autora, aspira a hacer que la evaluación forme parte integral de la enseñanza. La cuestión es que las estrategias que se explican están construidas sobre un modelo diferente de enseñanza y aprendizaje al que cotidianamente se desarrolla, además de que este nuevo modelo no depende de instrumentos estandarizados que se hayan elaborado fuera del salón de clase, por personal que se desempeña fuera de clase. Lo que busca la autora es integrar la evaluación formativas y sumativas, o al menos que este tipo de evaluaciones se respalden mutuamente.
Referencias:
Shepard, L. (2006). La evaluación en el aula. Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación, En L. Brennan (Ed.). Educational Mesasurement. (4ª ed., pp. 623-646). Colorado: Greengood publishing group . Recuperado de: https://www.sep.gob.mx/work/models/sep1/Resource/8004/3/images/la_evaluacion_en_el_aual



Excelente aporte , sin embargo, no emite una concepción científica ni conceptual sobre qué es la evaluación formativa para la autora.
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